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Camera

Krautrock de base

 

Vidal Romero

Fotos Oscar Valentine

  

De todas las bandas que en el mundo se dedican a expoliar el legado del krautrock pocas lo hacen con tanto gusto y tan poca vergüenza como Camera, un proyecto con base en Berlín que conoce todos los trucos del género y los utiliza para fabricar canciones explosivas y pegajosas, sin hacer ascos ni a los recursos electrónicos ni a los ocasionales efluvios pop. Su tercer disco, “Phantom of liberty” (Bureau B, 16), llega después de algunos cambios convulsos en la formación, y es lo mejor que ha grabado hasta la fecha.

 

La verdad es que ese tipo de música nunca ha sido una influencia para nosotros. Siempre hemos preferido la música clásica y la ‘no-música’, y desde hace poco el punk… ¿Conoces esa banda punk española, I’m From Barcelona? Pues esa es la idea. En cuanto a eso que comentas de que tenemos algunos detalles de pop, lo siento mucho, no volverá a suceder”. Desde su casa en Berlín el batería Michael Drummer le echa humor al asunto de las influencias, una cuestión que (mea culpa) debe ser recurrente cuando los plumillas hablan con ellos. Menos reparos, por suerte, tiene al hablar de los orígenes de Camera, una banda que nació a partir de improvisaciones en las calles de su ciudad. “Esa historia es cierta”, confirma, “aunque por aquel entonces tocábamos en una onda más cercana al noise rock. De todos modos, las cosas han cambiado bastante: varios de los miembros que estaban al principio se han marchado y ahora sólo quedamos Steffen Kahles a los teclados, yo a la batería y varios guitarristas que colaboran con nosotros. Con esta formación llevamos algo más de un año, y otra cosa que ha cambiado es que ahora pasamos mucho más tiempo en el estudio y mucho menos en las calles”. Esta decisión significa terminar con un proyecto paralelo, la “Krautrock guerrilla”, que utilizaban para tocar de manera improvisada en lugares atípicos, como fiestas de alto copete o los pasillos del metro. “Hace ya algún tiempo que no actuamos así, pero la idea fue siempre colarnos en sitios lujosos, robar su dinero a la gente rica y hartarnos de esas salchichas de postín que suelen servir por allí. En cambio, no creo que tocar en las calles o en el metro tenga nada que ver con la guerrilla. Siempre nos ha gustado tocar en la calle, y en determinadas épocas del año, con menos catorce grados de temperatura ahí fuera, el metro es el lugar más cálido en el que puedes tocar. De hecho, siempre he pensado que las estaciones de metro deberían tener lugares habilitados para que los indigentes tengan algún sitio en el que refugiarse en invierno”.

 

 

Vuestro primer disco, “Radiate!” (12), funcionaba con un cierto equilibrio entre improvisación y estructura. ¿Teníais esa idea, tan propia de la kosmische, de utilizar el estudio como un instrumento más?

Aquel disco se grabó en apenas cinco días de estudio. Hicimos algunas jams, grabamos algún material extra y eso fue todo. Aquel era un estudio profesional, pero para el segundo y el tercero ya teníamos uno propio. En cuanto al sonido, creo que “Phantom of liberty” es una especie de continuación de “Radiate!”; es decir, mucho más áspero y sin tantos experimentos como el segundo, “Remember I was carbon dioxide” (14). Y sí, nos gusta entrar en el estudio y grabar cualquier cosa que se nos ocurra: deja que arreglemos un par de cosas que tenemos estropeadas y, voila, el cuarto disco estará ya en camino.

 

En ese sentido, muchas de vuestras canciones suenan como versiones “temporales”. Es decir, como puntos de partida que después pueden crecer y expandirse cuando tocáis en directo.

Entiendo lo que quieres decir, pero la verdad es que no funciona así… Por ejemplo, en “Radiate!” hay una canción, “Ausland”, que hemos intentado tocar muchas veces en directo y nunca nos ha salido bien. Así que se podría decir que lo que ves en directo es algo que nunca volverás a ver, un poco por falta de pericia y un poco porque nos aburre tocar siempre de la misma manera. Es algo que podrás comprobar si vas a vernos próximamente: las canciones de “Phantom of liberty” están muy cambiadas respecto a lo que aparece en el disco.

 

Entonces, ¿cómo de importante es la improvisación para Camera?

Como te iba diciendo, cada canción y cada concierto es diferente, y los cambios tienen mucho que ver con el lugar en el que tocamos y con el público. En marzo pasado tocamos en México, en el Goethe Institut, en el hall principal y con un equipo más bien pobre; la verdad es que nos habían preguntado si queríamos tocar en el auditorio, como todas las demás bandas, pero nos pareció más interesante tocar fuera y construir nuestro propio escenario. Es algo que solemos hacer, dar la vuelta a la idea de concierto que tiene la gente que nos contrata. Al final, tocamos muy crudo y muy alto, tanto que mucha gente pensó que éramos una banda punk agresiva. Así que sí, nos encanta la improvisación, pero no sólo en lo que se refiere a la música.

 

 

Algunas veces habéis tocado como banda de apoyo para Michael Rother. ¿Qué puedes contarme sobre esa experiencia?

Lo mejor de la experiencia es que teníamos hoteles de cinco estrellas, que a veces sólo podíamos disfrutar durante dos o tres horas porque había que coger un avión hacia la siguiente parada de la gira. Para mí, como batería, significaba tocar con cascos, siguiendo una pista trasera que funcionaba como metrónomo. Y me sentía muy sólo, porque en esa época Camera era una banda rota, en la que muchas veces ni siquiera nos dirigíamos la palabra. Así que, ¿puedes imaginarte tocando por todo el mundo, con gente que no te cae bien y un metrónomo en la oreja? ¡No hay nada emocionante ahí!

 

“Phantom of liberty” es el disco más complejo y rápido que habéis grabado hasta la fecha, pero al mismo tiempo es el más accesible. ¿Tiene que ver con esos cambios de personal de los que hablabas al principio?

Teníamos a otros chicos tocando con nosotros a finales de 2015; se apuntaron para una gira por Inglaterra y Francia y la verdad es que encajábamos muy bien, pero tenían sus propios proyectos y no podían quedarse con nosotros para siempre. Así que al menos grabaron algunas sesiones en nuestro estudio, y de allí salieron dos o tres canciones, que luego hemos ido modificando para llevarlas hacia nuestro terreno. También hemos grabado muchas cosas nosotros dos solos, baterías y guitarras que servían para crear un ambiente de fondo al que luego íbamos añadiendo guitarras y voces. Ya sabes, lo normal.

 

También hay alguna canción que parece pensada para sonar en los clubes. ¿Es un campo que os interesa?

No, no nos interesa en absoluto, no es un ambiente en el que nos sintamos cómodos. La fiesta a tope es el nuevo mainstream y el techno es el tren que se dirige hacia allí.

 

Sin embargo, encargasteis remezclas para uno de vuestros maxis, “Systeme solaire” (13), así que la música electrónica es algo que debe interesaros.

De hecho, tenemos la idea de ir alternando un disco más electrónico con otro más acústico, pero nunca pensando en el club, que es la manera más sencilla de hacerlo. No nos interesan vuestros deseos, amigos.

 

En vuestro perfil de Facebook se habla de un proyecto paralelo, Peacetomate, que parece mucho más experimental y ambiental que Camera. ¿Qué puedes contarme de esto?

Ese es el proyecto de noise rock del que te hablaba antes. Decidimos empezarlo porque estaba harto de tocar la batería en las calles, prefería tocar la guitarra aunque no sepa hacerlo demasiado bien. Pero bueno, guitarristas como Thurston Moore y Nels Cline nos han enseñado que saber tocar no tiene demasiada importancia. Nos contrataron para tocar en la inauguración de una exposición importante en la Neue Nationalgalerie, llevamos dos guitarras y dos amplificadores, entramos allí y nos dedicamos a hacer ruido. Un minuto después nos echaron: según parece la gente que había ido estaba interesada en el “arte real” (risas). Perdona por no ser demasiado sensible al respecto.

 

Vidal Romero

Como todos los antiguos, Vidal Romero empezó en esto haciendo fanzines (de papel) a mediados de los noventa. Desde entonces, su firma se ha podido ver en infinidad de revistas (Go Mag, Rockdelux, Ruta 66, Playground, aB, Era y Clone entre muchas otras) y algún que otro periódico (Diario de Sevilla, Diario de Cádiz). Es también uno de los autores del libro “Más allá del rock” (INAEM, 08) y ha trabajado como programador y productor para ciclos de conciertos y festivales como Arsónica, Territorios o Electrochock (US). Incluso le ha quedado tiempo para ayudar a levantar España ladrillo a ladrillo con lo que es su auténtica profesión: la arquitectura. Es uno de los mejores analistas de música electrónica de este país.

 

vidal@blisstopic.com

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