Vida Festival 2018
28/06/2018-01/07/2018 Masia Cabanyes, Vilanova i La Geltrú
Fotos Eric Altimis y Archivo Vida
Cinco años tiene el Vida Festival ya, quién lo diría. Cuando llegan estas fechas irremediablemente me viene a la cabeza la primera edición, en la que tuve que salir corriendo del concierto de Lana del Rey, ya que mi hija decidió liarse a patadas en el vientre de su madre y provocar el parto dos meses antes de tiempo. A punto estuve de bautizarlos Ira y Georgia (venían dos en el pack), en honor a los Yo La Tengo, a los que habíamos visto apenas unas horas antes, pero uno ya por entonces no tenía edad ni ánimos de buscar el tercero para llamarlo James (imaginar que viene doblete otra vez, nos toca cambiar el coche por un monovolumen y ocupar la casa del vecino para caber todos).
Ha pasado el tiempo, y el festival Vida, como mis hijos, ya ha dejado de ser un balbuceante recién nacido para convertirse en una joven criatura rebosante de ideas y con muchas ganas de explicártelas. Este año, sin ir más lejos, el Vida ha vuelto a dar un estirón, pasando a celebrarse de jueves a sábado (más la tradicional fiesta-concierto de clausura del domingo incluida). Una apuesta que, vista la afluencia de público del jueves, no les salió mal (pregunta para los más longevos: ¿Recuerdan aquellos primeros jueves del Primavera Sound?), pero habrá que ver si logra consolidarse. Este año volvíamos al Vida invitados por la marca de whiskey de Kentucky Four Rose.
Si hay que hablar de una triunfadora del festival sin duda fue St Vincent, arriesgada en la puesta en escena (la posición de la banda, todos atrás a la misma altura sobre plataformas; la formación, con dos mujeres reconocibles por su aspecto (ella y la bajista) y los hombres indefinidos, impersonales, escondidos tras un mono de obrero y pelucas y no-caras postizas que desdibujaban su presencia; el extremado vestido), intrigante con los audiovisuales (sobreexposición de su persona, repetición de movimientos e imágenes) y apabullante en las canciones, con un setlist en el que tocó casi íntegramente el espléndido "Mass Seduction" (mejor disco internacional del año pasado para esta publicación) acompañándolo de hits de la envergadura de "Cruel", "Cheerleader" o "Digital witness". Un concierto redondo de inicio a fin y la demonstración de que Anne Clark está en permanente estado de gracia desde hace ya unos cuantos años.
El día anterior (St Vicent tocó el viernes) Calexico, una banda con una pierna a cada lado del río Grande, abrieron el festival con un trabajado concierto de aires fronterizos, que tendían más hacia el sur del río cada vez que aparecía Amparo Sánchez (Amparanoia) sobre el escenario, y brillaban cuando conseguían mantener el equilibrio sobre el alambre fronterizo ("Voices in the field", la clásica "Crystal frontier"). Curtis Harding les seguiría lanzando señales, se antoja algo muy grande si consigue acabar de pulir sus temas, pero todavía le queda camino por recorrer, embriagador por momentos pero falto de fuelle en otras ocasiones, dejó algunos de sus mejores temas para un acertado final, acabando con la adictiva "Need your love"… cuestión de seguirlo de cerca.
Y si hay alguien al que sería obligatorio seguir de cerca, pero no por esperar a que explote, sino para poder disfrutar de su elegante madurez es a Bart Davenport, subido al escenario más pequeño del festival, el vaixell (una barca con apenas espacio para dos personas) comenzó su actuación versionando el "Under the milky way" de The Church, demostración de clase que siguió con una selección de temas propios, armado tan solo con su guitarra y su carisma, encantador.
Encantador es también Elvis Perkins, como bien saben nuestros lectores. Al ser un festival esta vez sí que tocó "Shampoo" (y "I heard your voice in Dresden", y "Doomsday"), combinando momentos más festivos con otros más recogidos (nunca puede faltar una preciosidad como "While you where sleeping"), además de anunciar buenas noticias, el próximo mes de noviembre estará de gira por la península con un nuevo álbum bajo el brazo.
De vuelta a la barca nos esperaba el enorme Albert Pla, acompañado por el guitarrista Diego Cortés. Pla jugó su papel de bufón aparentemente tonto que se ríe en la cara de todos y encima consigue que le aplaudan, el que hace pasar duras críticas recubiertas de azúcar haciendo que se las rían, retratos devastadores de una sociedad enferma ("Joaquin el necio"). Cargas de profundidad disfrazadas de chascarrillos en medio del bosque.
Lo de They Might Be Giants no tiene desperdicio. Los de Brookling aguantan dignamente el tipo con cada entrega discográfica (20 discos de estudio) pero la frescura de sus maravillosos cuatro primeros álbumes quedan ya algo atrás (mención aparte para sus grabaciones infantiles, desde el 2002 con "No!" han publicado una serie de discos imprescindibles en la discoteca de cualquier padre interesado en descubrir la música a sus hijos). El directo sin embargo es otra cosa, sobre el escenario John Flansburgh y John Linnell, bien arropados por su banda, siempre resultan frescos y sorprendentes, empezando por la proyección del mashup del video de Aerosmith y Run DMC de "Walk this way" con "Last Wave", primer single de su último álbum, y siguiendo con una sucesión de temas impepinables ("Birdhouse in your soul", "Your racist friend", "The guitar (the lion sleeps tonight)", "New York City") entre los que se podían colar estrofas de temas de Sia o lo que se les ocurriera en aquel momento. Un concierto ameno, inteligente y muy divertido, en cuyos bises no podía faltar "Istanbul (not Constantinoble)".
Y de los veteranos a los jovenzuelos, Hookworms tomaron el relevo de They Might Be Giants a base de noise-rock cargado hasta las cachas de kraut, space-rock y psicodelia con un concierto intenso y demoledor, se nota que ha pasado un tiempo desde su primera actuación en Barcelona y han cogido confianza y tablas sobre el escenario, jóvenes sí, pero no pipiolos, y con un MJ a la voz y teclados que ha acabado, al menos en directo, convirtiéndose en la referencia del grupo.
Hubo mucho más, esta crónica tan solo es un pequeño paseo por el festival. Si se quedaron con ganas tengan en cuenta que este año hay Vida por partida doble, en diciembre nos espera el Secret Vida, peculiar festival cuyos participantes se irán conociendo conforme suban al escenario, ¿no les pica la curiosidad?

Javier Burgueño
Javier Burgueño pasó su juventud en el Vallés Oriental (Barcelona) donde se inició en esto de la crítica presentando y coordinando un programa musical de la televisión de su pueblo durante la bendita locura analógica de las televisiones locales de principios de los 90 (asegura que ya no quedan copias de los programas, se encargó personalmente de ello una noche de verano). El experimento fue divertido y dejó un poso latente que volvió a aflorar con el cambio de siglo cuando empezó a colaborar asiduamente con la web del programa de radio madrileño “El otro lado del telescopio” y más tarde con www.pinypondjs.com. Ha sido colaborador de Go Mag desde el 2007 hasta su desaparición de los quioscos el pasado junio de 2013.
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