Mira Festival 2016 Crónica
10-12/11/2016, Fàbrica Fabra i Coats, Bacelona
Texto Beto Vidal
Fotos Javier Burgueño y Regugi
Por fin, y por si no te habías dado cuenta, el festival Mira ya es uno de los nuestros; un “Goodfellas” en toda regla. Y es que la reciente edición barcelonesa (recordemos que en junio exportaron por primera vez a Berlín) fue el salto mortal definitivo que necesitaba la propuesta: más espacio, más gente, más riesgo, más atención en los detalles, más representación artística internacional…. Justo como publicitaba la imagen corporativa de este año, Mira fue la experiencia vigoréxica y musculosa que nos prometió su organización.
VIERNES 11
De nuevo, la vanguardia visual y sonora quedó unida para traernos auténticas experiencias sensoriales que evitaban el formato clásico. Es en ete punto, el de las sensaciones, donde Mira se hace gigante y exclusivo, algo que comparte con el ciclo DNIT en Caixaforum Barcelona o el mismísimo Sónar. Algunas veces con audiovisuales hiperrealistas, otras con juegos imposibles de luces y humo. O con la nostalgia, como hizo un siempre mágico Alessandro Cortini (8,5). Un emotivo directo de ambient cálido que, combinado con imágenes de vídeos caseros familiares que parecían hechos con una Super-8 y que probablemente pertenecían a la infancia del propio artista italiano, lograba ahondar en los comfortables recuerdos almacenados en nuestros cerebros. Una introspección casi freudiana que cortó de forma abrupta Lee Gamble (6,5) merced a su clásico repertorio de borbotones de jungle deconstruido. Beats espasmódicos que se acoplaban de manera extraña a los visuales 3D del artista Dave Gaskarth. Por momentos, el show evocaba al mundo virtual que montaron en el Sonar Hall Kode 9 y Lawrence Lek en el espectáculo The Notel, aunque con un punto más de realismo. Pese a todo, costó conectar al 100% con la propuesta.
Tras los 10 minutos de espera de rigor entre actuación y actuación que casi no permitía ni ir al lavabo, dos verdaderos veteranos y pesos pesados de los 90 se apoderaron del escenario: Plaid (7) y luego Death in Vegas (5). Los primeros aparcaron la nostalgia para presentar junto al guitarrista The Bee “The Digging Remedy” (Warp, 2016), su fresco LP que sigue indagando en el lenguaje IDM sin caer en clichés. Justo al contrario que el bueno de Richard Fearless, que pese a que tampoco tiró de hits del pasado, no supo defender en directo el nuevo -y fantástico- sonido que ha conseguido mutar con éxito a un proyecto que se daba casi por muerto. Sin apoyo visual y con poca inspiración para recrear los temas de “Transmission”, tan solo una resultona “Your loft, my acid” consiguió despegar el vuelo, pero ya era demasiado tarde. El británico Ross Tones, es decir, Throwing Snow (6,7), empezó a subir la temperatura de una ya abarrotada sala a golpe de graves (mención especial al equipo de sonido del festival. Un 10 en toda regla). Para cerrar la jornada, el nuevo y misteriosos mago del electro, Gesloten Cirkel (6,6) vino a recordarnos lo que somos: una nación de zombies, recreada en los visuales del artista Entter mediante pantallazos del mítico videojuego en 8 bits de Nintendo, a base de breaks que sonaron un tanto exagerados y repetitivos.
SÁBADO 12
Elysia Crampton (5,8) y Esplendor Geométrico (6,9) abrieron de la mejor manera posible el último día: a base de freakismo, transgresión y toneladas de pose. La boliviana, siempre provocativa, sonó extraña y algo lejana, por lo que su directo quedó algo diluido si previamente uno no conocía su mensaje. Por otra parte, los precursores de la música industrial en nuestro país huyeron de la seguridad que proporcionan las proyecciones visuales para hacer lo que mejor saben: encender al público. Y de eso saben un rato, con un Arturo Lanz que no dejó de berrear (literalmente) y saltar de un lado a otro a lo Steve Ballmer para, en definitiva, enseñarnos que con muy poco se puede transmitir mucho. A 34 años de distancia de su primer disco, todavía suenan transgresores. Todo un hito.
El verdadero highlight de la sexta edición del festival fue Tim Hecker (9) en combinación con la puesta en escena de Marcel Webber a.k.a. MFO. Una auténtica liturgia electrónica, en la que los drones gélidos del canadiense se mezclaron entre una espesa niebla artificial que inundaba TODA la sala. Ni visuales, ni escenario a la vista. Tan solo el asistente frente a la música de Hecker, en lo que bien podría ser el espectáculo definitivo de un futuro no muy lejano. Por la otra línea me comentaron que lo de Roly Porter también fue épico, pero servidor no se quiso perder la experiencia de sentir el álbum “Amma” de Begun en el escenario Adidas Dome (7,6). Toda una sensación en 360º, estirado como quien mira a las estrellas una noche de verano, donde los temas de sabor africano del artista catalán se volvieron todavía más grandes.
La enésima troleada de Zomby (-1), frenada con previsión y astucia por la organización, fue sustituida por un siempre eficaz Nathan Fake (6,8), que además presentaba nuevos temas de su inminente álbum en Ninja Tune. Además, los (nítidos) visuales de Pfadfinderei son siempre una gozada. Le siguió otro inglés, Lone (7), que acompañado del batería Chris Boot, supo dar una segunda y mejorada vida a las canciones de “Levitate”. Jlin (5,9), con su footwork marca de la casa y con bailarina/go-go incluida, y un demasiado bruto Job Jobse (4), colocaron la guinda final a una edición para recordar.
Porque esto es el Mira: una especie de rave legal y experimental, donde los cristales que antes vibraban con maquinaria textil, hoy lo hacen con los beats más arriesgados. Una propuesta que traspasa cualquier frontera musical y artística: Mira es, sin duda, el futuro. Y sino que se lo pregunten a los asistentes boquiabiertos con el espectáculo Al_Vectors de OnionLabs, en el que una serie de brazos de robot a lo Terminator se ponían a hacer una coreografía de lo más preciosa (y precisa). A partir de ahora, lo más difícil: seguir con esta línea exitosa de calidad y crecimiento sin perder el norte.

Beto Vidal
Desde que tuvo de bien pequeño en sus manos el doble compacto azul de los Beatles (1967-70) hasta que pudo colaborar en la mejor cabecera española de música independiente, Beto Vidal no cesó en su empeño por descubrir, adorar y recomendar música “rara” y “oscura” (palabras textuales de sus progenitores). A partir de esos primeros ramalazos psicodélicos, Beto ha intentado dar forma a una cultura musical que pasa por la electrónica, el rock independiente más atrevido o el pop más cósmico. Go Mag ha sido su casa desde 2009, lugar donde tuvo el eterno placer de entrevistar a Daft Punk, Plastikman, Carl Craig, Apparat, Ellen Allien o Agoria, así como por otros valores del underground español (Wooky, Monki Valley…) e internacional (Rone, Sinkane, Echospace, Peaking Lights, etc.).