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Santiago García por Jordi Vidal

Santiago García

La vida a ritmo de viñetas

 

Texto Santiago García Tirado

Fotos Jordi Vidal

 

Sólo un imponderable podría haber evitado la colisión entre dos Santiagos Garcías que, en términos de probabilidades, se veía venir. Cabía si acaso la duda de la hora, el posible influjo telúrico o lunar, y por encima de todo cabía la duda de si un encuentro de estas características acabaría desatando fotones y rayos gamma con restos de antimateria. En todo caso, Santiago García y Santiago García debían correr el riesgo y darle así una oportunidad al cómic que es casi tanto como dársela a la amistad. Diría incluso que a la paz universal, o la del espíritu por lo menos. Nos encontramos en los alrededores de la UPF, junto al Zoo, en terreno abierto por si hubiera estallido y se producen salpicaduras. Para llegar al encuentro Santiago García (Madrid, 1968) ha sobrevivido a un vórtice de presentaciones ―presentó “¡García!” (con Luis Bustos) en septiembre, viene a Barcelona con “Cómics sensacionales” (Larousse), y cuando lean esta charla ya estará en la calle “Yuna” (con Juaco Vizuete)― y todavía flotan en el aire los ecos de su aclamada “Las Meninas” (con Javier Olivares), que le valió un premio nada menos que Nacional. Estamos a punto de encontrarnos, y desde ahora no sé qué pueden deparar ni la física ni la química. Le pongo el micro a mi iPad, respiro.

 

El misterio no es cómo llegaste al cómic; el misterio es cómo se ha mantenido tanto tiempo activo el virus en esa cabeza.

Ésa es la pregunta exactamente. Como casi todos los niños de mi generación, el virus me llegó porque de pequeños todos leíamos cómics, el tema es que con el paso de los años lo vas dejando, y algunos no nos desenganchamos. A mí me gustaban no solamente los cómics, sino todo lo que fuera papel impreso, una pasión que con el tiempo me he dado cuenta de que era casi física por el papel, la tinta, y por el diseño y la tipografía. Hay momentos cuando vas creciendo y llega la adolescencia y te surgen otros intereses (salir por ahí, las chicas…) y tienes momentos de debilidad, pero en mi caso fue justo cuando empezó a aparecer un tipo de cómic más adulto, que me consiguió retener para la causa.

 

Me pregunto de qué manera habita el cómic en ámbitos digamos del mundo adulto, culturales, porque parece que sigue teniendo problemas de prestigio. ¿Se le considera un arte secundario, o ni siquiera un arte?

Ésa es una idea que venimos arrastrando desde hace mucho tiempo. Le sucedió también al cine cuando empezaba a implantarse (aunque lo decimos como si el cómic fuera más reciente, y en realidad es tan antiguo o más que el cine). Por una serie de circunstancias sociales y también económicas el cine se implantó más rápidamente. Si bien es cierto que esta idea todavía existe en muchas personas, también es cierto que ha cambiado mucho desde hace unas décadas. Tenemos un Premio Nacional que otorga el Estado, y que reconoce que el cómic merece esa distinción igual que otras artes y disciplinas. Yo creo que la mentalidad está cambiando, lo que pasa es que las cosas no cambian de la noche a la mañana.

 

 

Un Premio que ganaste tú el año pasado. ¿Por qué un Premio Nacional? ¿Pretende el Estado dignificar el cómic con estos reconocimientos?

Dignificar es una palabra fea. Parece que uno es indigno, y yo creo que la dignidad la gana uno, no te la pueden dar. Es como la libertad, te la tienes que ganar, no te la tienen que conceder. Este premio ayuda sobre todo al cambio de mentalidad, a la difusión del cómic y a su reconocimiento social. A muchas personas les cambia la cabeza pensar que hay cómic a los que se les está dando los mismos premios que a escritores, cineastas, cocineros. Que cubriera muchas disciplinas y que no estuviera el cómic, era algo que había que remediar. Y nos ha ayudado a todos, incluso en el mundo del cómic, a subir un poco más la autoestima.  

Si hubiéramos sido un país con menos complejos, ¿habríamos tenido aquí más artistas dedicados al cómic, artistas que tal vez creyeron ―erróneamente― que otras formas artísticas gozaban de más prestigio?

Has dicho una cosa que me ha parecido curiosa: que se dedicaron a otras cosas que “erróneamente consideraron con más prestigio”. Nunca puedes creer que algo tiene más prestigio, porque el prestigio no tiene que ver con la calidad intrínseca de algo sino con la opinión que tiene la sociedad, con lo cual no es erróneo pensar que la novela tiene más prestigio que el cómic, esa percepción la tiene.  

La novela gráfica en España empieza a despegar a partir de la influencia y del modelo de las novelas gráficas internacionales, desde el triunfo de “Maus” y “Persépolis” hasta una que tiene una importancia muy directa en el despegue que es “Blankets”, que la publica Astiberri. Es una novela clásica de 500-600 páginas, un tochazo, algo desacostumbrado en el cómic. Cuando Astiberri la va a publicar en 2003, se plantea la posibilidad de hacerlo en tres tomos, porque no era normal publicar un libro de cómic así. Al final opta por arriesgarse a publicarlo tal y como era, y funcionó bien. Eso demostró la viabilidad de ese modelo. A partir de ahí empieza a consolidarse la novela gráfica en España, que ya explota con “Arrugas” y “María y yo”, en 2007.

 

Con bastante retraso, ¿no? “Maus” es de los 80.

“Maus” sí, pero es un caso excepcional en todo el mundo. Aparece terminado (los dos tomos) en el 92, y no tiene continuidad, ni en Estados Unidos ni en ninguna otra parte. “Fun Home” ya es del 2005, “Blankets”, del 2003, “Persépolis” se publica entre el 2000 y 2003. Realmente la novela gráfica internacional empieza a despegar en los primeros años del S. XXI. En 2000 aparece David Boring, Daniel Clowes, “Jimmy Corrigan” (de Chris Ware). A finales de los 90 y principios del 2000 aparece también serializado “Epiléptico” de David B. Aquí estamos inspirados por todo esto, pero tampoco es que lleguemos tardísimo. Una cosa importante es que, una vez que llegamos, se convierte en el camino hegemónico ― tampoco es una palabra que me guste― en el cómic español contemporáneo de producción propia. Desde 2007 hasta ahora ―sólo ocho años― ha ocurrido que este fenómeno ha prosperado mucho no sólo comercial, sino también creativamente. Ahora mismo tenemos una novela gráfica que, yo diría, es de las más boyantes e interesantes del panorama internacional.  

 

Santiago García por Jordi Vidal

 

A los no avezados en el medio, como yo, nos viene bien algo de teoría. ¿Cómo se puede diferenciar novela gráfica y cómic? Sé que hay puristas que todavía están cociendo una buena definición con la que inaugurar el género.

A mí las definiciones en Humanidades me parecen actos políticos autoritarios. Las definiciones son un invento que nos hemos hecho para la experiencia real humana, que es la creación de obras, parar meterla dentro de una fácil clasificación pseudocientífica con la que podemos manejarnos, pero la realidad no es así, la experiencia no es así. Hay una definición de arte que dice: “Arte es lo que los hombres llaman Arte”. Novela gráfica es algo que funciona como novela gráfica. Lo que quiero decir es que hay gente que quiere una definición de novela gráfica que la separe formalmente del cómic, cuando es una forma del cómic. Lo que ha cambiado esencialmente es el modo de producción, distribución y consumo. El cómic tradicional era un producto de quiosco, y estaba muy desprestigiado. Cumplía una función de entretenimiento colectivo y compartido, algo que hoy cumplen otros medios. El cómic podría haber desaparecido porque estaba perdiendo su función social, pero ocurre que el cómic como forma artística se traslada, se reinventa, haciendo un viaje hacia la librería. De pronto en formato de libro y en la librería se empieza a vender a un público adulto, lector de literatura. Y los autores empiezan a ser dueños de sus obras, como cualquier escritor ―no era así como funcionaba el cómic: el editor pagaba una tarifa fija, y se quedaba con la obra―. Esos cambios que experimenta el cómic tienen que ver también con la cuestión artística, formal. Y eso es la novela gráfica.

 

Ya que presentas tu último ensayo “Cómics sensacionales” (Larousse) y veo que estás puesto en lo último, ¿puedes decirme hacia dónde apunta la novela gráfica en 2016?

Hay un proceso de transformación radical que se está produciendo, un paso de la ficción pura, de género y escapista, a cuestiones relacionadas con la realidad, empezando con una cosa que es fundamental para su desarrollo, la autobiografía de memoria, la historia, las cuestiones documentales y periodísticas… todo lo que tenga que ver con la no ficción, incluso cuestiones ensayísticas. No quiero decir que vayan a desaparecer otro tipo de propuestas, pero éstas son cosas que se están manifestando y van a ir a más, porque se están incorporando autores nuevos que ya no vienen de leer los viejos tebeos, como yo, sino que se han iniciado como adultos leyendo novelas y grandes reportajes como los de Joe Sacco.  

 

¿Ensayo y novela gráfica? Eso me hace pensar en “Las Meninas”, donde no te limitas a contar la historia del cuadro, sino que intentas un acercamiento a su recepción entre pintores y pensadores del S. XX.

Sí, esto es uno de los objetivos deliberados que tenía desde el principio. Las tradiciones son las que lo hacen todo, y la tradición del cómic era acción, presente continuo, era movimiento y era acción externa de lo que hacen unos héroes. La cuestión es: ¿no se puede ir al mundo interior, a las ideas? ¿No se pueden expresar otro tipo de ideas y conceptos a través del cómic? Sí, había en “Las Meninas” un intento deliberado de probar esto. Hubo alguien que propuso poner notas al pie, pero notas en forma de cómic. Afortunadamente fue una idea rechazada porque hubiera resultado insoportable, aunque sí había ganas de explorar ese camino. Yo tengo la sensación de que llegará gente que lo hará con más profundidad.

 

Entro en una librería especializada y encuentro propuestas estéticas desconcertantes, que ya no me remiten al cómic de siempre. Pienso en obras que has comentado a veces, como “Arsène Schrauwen”, pienso también en “Fabricar historias”, de Chris Ware.

Todo el proyecto de Chris Ware tiene más que ver con un intento de convertir el cómic en una herramienta no sólo muy depurada narrativamente, sino de reflexión y expresión profunda. Chris Ware es una persona muy intelectualizada que analiza el cómic ―y casi todas las formas narrativas―. Precisamente es una persona que, aunque tiene unos bocetos publicados donde dibuja con un estilo más clásico, expresivo, esteticista, en sus cómics se obliga a utilizar un estilo mucho más contenido, casi como si sus historietas fueran ideogramas, porque él quiere controlar mucho más el lenguaje. Él dice que los cómics no se miran, se leen, son lenguaje. Utiliza y reconvierte muchos recursos que ya estaban en el cómic clásico, para un cómic de vanguardia que no pretende ser experimental tanto como un cómic apropiado para los problemas de nuestros tiempos. Dicho de forma sencilla: el proyecto de Chris Ware es hacer una descripción lo más fiel posible de la experiencia de nuestra vida cotidiana. Y esto es lo que pretende en “Fabricar historias”, donde creo que lo consigue de una forma bastante impresionante.  

Olivier Schrawen es un autor ―cada vez abundan más― que viene del mundo de las Bellas Artes, entonces tiene un bagaje gráfico que ya no remite al del cómic tradicional, y se acerca con una mentalidad nueva de artista-autor, que tiene preocupaciones por la memoria, pero utiliza un conjunto de recursos completamente distintos de los de Chris Ware.  

 

 

En “Las Meninas” una obra cumbre de la alta cultura se encuentra con un medio que muchos consideran mainstream, cultura popular. ¿Qué preveías que podría dar este choque?

No es que yo busque un choque deliberado, ni es que busque un medio por el cual resulte chocante. Yo me dedico al cómic y entonces los temas que trato los paso por el cómic. Que el tema pueda parecer más o menos chocante porque a la gente le pueda parecer distinto de a lo que se había dedicado el cómic quizá tenga más que ver con lo que veníamos hablando, de cómo el cómic con la novela gráfica se va abriendo temáticamente y estilísticamente. Es esta perspectiva de afrontar “Las Meninas” como lo haría un novelista o un cineasta. No hay mayor intención iconoclasta, aunque se puede entender. En el cómic jugamos con la ventaja de proceder de los márgenes de la cultura, y eso hace que cada vez que nos acercamos a los centros de la cultura parece que haya un componente de irreverencia.

 

¿Nadie te ha dicho que lo que haces podría considerarse sacrilegio ―y no sé cómo queda eso en el nuevo Código Penal―?

No, todo lo contrario, precisamente tengo que decirte que, para alegría y alborozo, gran parte de las mejores reacciones que estamos cosechando Javier Olivares ―el dibujante― y yo proceden del mundo del Arte, las instituciones y la Academia. Esto significa que realmente han leído el libro, les ha gustado y lo han apoyado. Fíjate que hicimos una charla en el propio Museo del Prado, con Javier Olivares, de “El ministerio del tiempo”, que condujo Laura Barrachina en la que estuvimos en la sala grande del Museo hablando de nuestro cómic porque se prestaron mucho a ello. Este año El Prado va a hacer una exposición sobre El Bosco, y lo primero que va a hacer es encargarle un cómic a Max. Yo he tenido reacciones muy positivas de historiadores del Arte que me comentaban que Las Meninas también necesitaban que las sacaran del Museo, que las desempolvasen, y les dieran nueva vida. Que la gente volviera a mirarlas con otros ojos, más allá de como simple hito histórico.

 

Entonces mi duda es: ¿por qué Las Meninas, y por qué precisamente ahora?

El interés por Las Meninas nace para mí cuando estoy estudiando Historia del Arte en la Universidad Autónoma. Es un cuadro que, de chaval, no me había interesado especialmente. Le pasa como a “El Quijote”, ten enseñan en el colegio que es la gran obra de la pintura española y ni lo ves. Te dicen que es la piedra angular de nuestra cultura y lo miras como chaval y dices “no es para tanto, sólo hay gente de pie”. Pero luego, estudiando la carrera, empecé a interesarme más que por la historia estética, por la historia intelectual del arte, lo que define en cada momento lo que pensamos que es arte y lo que no, la idea misma de lo que es una obra maestra. Claro, si quieres preguntarte por el sentido de una obra maestra, la obra más indiscutible de nuestra pintura es Las Meninas. ¿Y en lo que preguntas del momento histórico, a qué te refieres?

 

Me refiero a la España actual, con la que parece que se hace una analogía en tu libro. También ahí mostráis una España políticamente convulsionada, llena de intrigas y en plena decadencia, con una élite política a la baja.

Digamos que el orden es inverso: al entrar al tema de la obra ―S. XVII, Felipe IV, cuando se vive el crepúsculo del Siglo de Oro, pasado el gran momento de expansión con su abuelo Felipe II y su bisabuelo Carlos V― entonces es cuando empiezan a surgir los paralelismos con la situación actual. Ten en cuenta que empezamos a trabajar este tema en 2008, y publicamos en 2014. Son justo los años en los que se produce un vuelco en nuestro país en el que nos politizamos mucho, nos empieza a interesar reflejar estas cuestiones en todo lo que hacemos. Eso fue una influencia en el proceso, algo que no teníamos previsto y que, a medida que lo íbamos desarrollando, se fue filtrando en el trabajo.

 

Santiago García por Jordi Vidal

 

En la obra hay también un relato fragmentario de la vida de Velázquez, con varios flashforwards donde aparecen Foucault, Dalí, Picasso… ¿Es eso un reflejo de esa intención ensayística de la que hablabas?

Cuando Javier y yo estábamos con “Las Meninas” no sabíamos lo que estábamos haciendo. Uno de los problemas de las entrevistas es que lo reconstruyes todo limpiamente a posteriori, cuando has hablado mucho tus análisis terminan encajando y parece que se han convertido en tus motivaciones reales, en el proceso de argumentación que tenías cuando estabas creando la obra. Sin embargo, cuando vas creando avanzas casi a ciegas, sobre todo en un caso como éste, cuando realmente no teníamos modelos para el tipo de cómic que estábamos haciendo. Ahora sí, a toro pasado te digo que había una intención de introducir ese elemento ensayístico. Aquí hay la idea de que la obra maestra no la ha creado Velázquez, sino la historia, todos los que venimos detrás de él, y no me refiero sólo a ensayistas y autores, sino todos los que llegamos al cuadro, los que repetimos que es una obra maestra. Es decir, que la obra maestra no es sólo un objeto con poder inmanente, artístico, sino que también es un objeto con una vida cultural. En parte “Las Meninas” responde a eso, y luego también a la necesidad de romper con un modelo de narración digamos cinematográfica, invisible, ilusionista, que se utiliza mucho, en la que la gente encuentra un sucedáneo del cine. Nosotros optamos por una narración fragmentada, que ofrece ventajas, entre ellas la posibilidad de ser sutil, tratando temas no sólo de acción, sino otros que pertenecen más al reino de las ideas, un poco más intelectual si quieres. No están de adorno las historias que aparecen en la obra de Dalí, o Picasso, sino que son tan fundamentales como las de Velázquez para entender qué es hoy Las Meninas.

 

Del presente político hablas en “¡García!”, que acabas de publicar con Astiberri hace pocas semanas. Aparece ahí un agente del Franquismo que revive después de una crionización y aparece en 2015. La verdad es que como metáfora me da miedo.

Jaja… me da reparo porque es un tema que estamos discutiendo tanto en todas partes ahora mismo y no quisiera añadir más ruido. Creo que todos tenemos claro que el Franquismo, lo que algunos llaman el Franquismo sociológico, una especie de pervivencia larvada, creo que nadie puede discutir que existe. Hace unos días todavía Esperanza Aguirre decía que el Franquismo no había sido lo que fue, que si no había sido impuesto… ¿En qué país del mundo ocurre esto? Y ¿en qué país del mundo un presidente no se presenta a un debate con los otros candidatos? Del Franquismo perviven sus estructuras mentales y sociales, yo creo que pervive no sólo en los hijos y nietos del Franquismo, sino en la misma sociedad. No se ha afrontado el tema como se debía en este país, ni con la suficiente claridad.

 

Hay en la obra personajes ―no sé quién incubó la idea― que se parecen mucho a políticos actuales: Aguirre, Carmena. ¿Es la aportación que hacéis al debate político actual?

Queríamos hacer una obra que tuviera relevancia en nuestra sociedad actual, en ese sentido tomamos como modelo muchas de las situaciones y personajes que conforman nuestro panorama. De todas formas, en un momento determinado, decidimos que había que dar un paso atrás, los modelos eran mucho más fieles de lo que han llegado a ser. Nos dimos cuenta de que con eso nos estábamos ciñendo demasiado a lo fugaz de la actualidad y que en cierta manera le estábamos quitando validez y universalidad a la historia, que va mucho más allá de lo que parecía, una parodia. Puede que sea un sátira, pero no pretendía parodiar a éste o al otro. Acercarnos demasiado a los modelos nos hacía perder un poco esa capacidad para ser más universales, entonces dimos un paso atrás, aunque no lo creas, y con eso, aunque son reconocibles, somos más libres de manejarlos según interesa a las necesidades dramáticas de nuestra historia. Eso hemos buscado con este teatrillo de marionetas vagamente parecidas a personas que todos conocemos.

 

La historia termina en lo alto, con un enigma que no se resuelve, y nos dejáis con el resuello… ¿Llegará su desenlace antes del 20-D?

Jaja.. No, no, ya te lo digo, está escrito pero no revelado, como las Escrituras Sagradas. Saldrá a principios del año que viene. Queríamos sí, salir con el primer volumen antes de las elecciones, porque es cierto que las elecciones pudieran provocar esa desactualización del planteamiento, pero una vez que has leído el primero, creo que pase lo que pase el 20-D el segundo va a seguir siendo vigente, porque ya te interesa la historia. El 20-D puede haber cambios, pero lo más seguro es que, pase lo que pase, no va a cambiar tanto. Hay problemas en España que son más profundos, y no van a cambiar simplemente porque haya un cambio de gobierno, y me temo además que el cambio de gobierno que pueda haber tampoco va a ser tan contundente tal y como se está dibujando el panorama como para que haya mucho más que ruido-ruido-ruido a partir del 20-D durante algún tiempo. En ese sentido creo que podemos decir como García: Misión cumplida.

 

¿Seguirá la política suministrando materia en el futuro a los cómics?

Yo creo que en el cómic y en la novela gráfica hemos tardado en llegar a la política, hemos sido un poco remisos. Hemos estado encontrándonos durante unos años, porque esta forma de hacer cómic es bastante reciente y la gente necesitan antes aprender, caminar antes de correr. Y se tarda en hacer el cómic: se empieza en 2008, y a lo mejor tienes una panorámica perfecta, y otras preocupaciones que no te había dado tiempo todavía a plasmar, pero sí me parece que están llegando preocupaciones políticas muy de actualidad: ahora mismo tengo delante “Necrópolis”, de Marcos Prior, que es desde hace años un adelantado a todas estas preocupaciones sobre los males del neoliberalismo. Está el caso de Nadar con “El mundo a tus pies”, sobre los jóvenes que no encuentran trabajo, Aleix Saló que lleva años trabajando sobre estas cuestiones con “Simiocracia”, o el de Jordi Carrión con Sagar, “Los vagabundos de la chatarra”. Creo que en general sí se está percibiendo un redescubrimiento de la política que va a seguir en los próximos años. Y tienen un perfil político, porque en el momento que te acercas a la realidad ya no puedes ser neutral, puedes no hacer panfletos, no soltar un discurso, pero tu actitud te está definiendo.      

 

 

Me gustaría saber cuál será la próxima sorpresa de Santiago García

(Ríe). Tenemos que hacer un pequeño apéndice, porque esta semana salió un nuevo cómic que he hecho con Juaco Vizuete, “Yuna”, un cómic de ciencia ficción. Juaco tiene una obra que se llama “El experimento”, de la que Jordi Carrión te dirá que es maravillosa, y tiene otra que se llama “Lo primero que me viene a la mente”, que también es maravillosa. Ahora hemos hecho ésta juntos ―también nos hemos tirado unos cuantos años con ella―. (No puede aguantar la risa. Todavía no nos hemos vuelto antimateria, y por tanto puede reír). Salen todos estos libros juntos, pero en realidad llevan un proceso muy largo, es una casualidad que diferentes dibujantes hayan ido acabándolos al mismo tiempo. Ni estaba previsto, ni es algo deseado, casi diría que ni deseable.

 

A veces las obras se pergeñan en un momento, y cuando aparecen se resignifican de otra forma en que no estaba previsto.

A mí eso me gusta, yo pienso que la obra tiene que escapar de tus manos, la hacen también los lectores ―eso es también uno de los temas de “Las Meninas”―. Yo estaba pensando unas cosas cuando estaba con estos libros, y luego salen todos juntos, la gente los ve en el orden que los ve, y luego te devuelve una imagen de tu trabajo que a lo mejor nunca la hubieras imaginado, y eso es lo interesante, lo que demuestra que tiene vida.

 

Tiene vida el cómic ―mucha― y tiene vida Santiago García, aunque extraña. El encuentro ha comenzado una mañana de diciembre y no me explico cómo ha terminado de noche, en casa, grabando la conversación a través del móvil. Yo sigo material en esta dimensión blisstópica que ahora pueden comprobar, sólo espero que la colisión mantenga intacta la energía que el otro Santiago García dedica al cómic, para placer e inteligencia de muchos. Ahora sí, fotones, rayos gamma: expandíos y llenad el cosmos.

Santiago García Tirado

Soñó con llevar subliminalmente en su DNI una cifra capaz de avivar el deseo, pero llegó al mundo en 1967, con dos años de antelación para la fecha correcta; desde entonces no ha hecho más que constatar que siempre estuvo (contra su voluntad) en el tiempo equivocado para ser cool. Con empeño, y en contra de la opinión de las hordas hipsters internacionales, ha llegado sin embargo a crear la web PeriodicoIrreverentes.org, y colaborar en Micro-Revista, Sigueleyendo, Quimera y Todos somos sospechosos, de Radio 3. Sus últimas obras de ficción son Todas las tardes café” (2009, relatos) y La balada de Eleanora Aguirre” (2012, novela). En 2014 verá la luz su novela “Constantes Cósmicas del Caos”, con la que espera coronar su abnegada labor en beneficio de la entropía universal.

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