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Ian McEwan

Con esos ojitos

David Puente

 

 

La cola en el Pati de les Dones para entrar en el auditorio del CCCB a media hora de empezar el evento es larga pero fluida. A primera vista, el público parece bastante heterogéneo, igual se imponen los mayores de 30 y algo, en todo caso se nota que Ian McEwan es un autor de los vendedores. Hacía tiempo que no me encontraba entre un público tan variopinto en un mismo recinto.

 

El novelista inglés, responsable de títulos como “Expiación” o “Amor perdurable”, representante del boom de novelistas que despuntaron en los 70 en el que también se encontraría Martin Amis, es el encargado de abrir la nueva edición de Kosmopolis. Un novelista que, según el conductor de la charla, el periodista Antonio Lozano, “nos ha traumatizado a todos con su manera salvaje de narrar los hechos”. El presentador anuncia que McEwan firmará libros al final de la entrevista, pero no se entretendrá en dedicatorias personalizadas para no alargar el trámite demasiado.

 

Se trata de la segunda visita en seis años del escritor inglés al festival literario barcelonés, una de las estrellas de la poderosa editorial Anagrama, que en esta ocasión presenta como excusa “Cáscara de Nuez”, una nueva versión de Hamlet con un feto como protagonista (“el personaje perfecto porque no va vestido, no tiene aún amigos, no tiene prejuicios, no sigue ninguna filosofía, obviamente no tiene religión… es sólo una voz en la oscuridad”). Una idea que le llegó como caída del cielo cuando llevaba tres horas de aburrida conferencia, que no nos va a decir quién organizó, ni de qué hablaba exactamente, porque los que le invitaron a participar eran “buenos chicos”. Él en cambio conserva unos ojillos perversos que le delatan, tanto a él como a toda su obra. Ojillos que complementan un humor tan fino que sólo puede ser británico. Recuerda al principio de la charla, cuánto le gustaba atemorizar a los lectores bien pensantes de sus primeros libros. El que hoy nos presenta del feto parece un ejercicio de estilo del que está de vueltas de todo a sus casi 70 años.

 

 

“En casa de mis padres no había libros que leer. Para mí, un acto de rebeldía fue aficionarme a los libros y a la música clásica. Tal vez ese interés fuera mi gran revolución personal respecto al mundo de mis padres. Desde entonces, me he ido expandiendo como lector y me he interesado por aspectos de la historia y de la ciencia, pero sobre todo por el amor. La misión de un buen novelista es incorporar toda esa curiosidad en sus escritos”, nos explica McEwan, con un inglés inmaculado, en relación a sus primeros años como lector. “Los escritores de antes lo teníamos más fácil que los jóvenes de ahora. Para que os hagáis una idea. El alquiler de mi apartamento en Londres costaba nueve euros. Con un artículo publicado cada mes tenías para ir tirando y para seguir escribiendo en lo que realmente te interesaba”, añade el escritor, que reconoce que cuando era joven fantaseaba con una explosión nuclear que le liberara de los males de este mundo y le animara a conocer mundo (una idea curiosa teniendo en cuenta que el efecto climático ha estado presente en varias de sus obras). También explica que de todas las voces que le influenciaron, la que más le ha costado quitarse de encima en ese proceso de crecimiento indispensable para convertirte en un autor genuino y personal, ha sido sin duda la de Kafka al que citará un par de veces. “La novela permite un flujo de conciencia a la hora de explicar a los personajes que le ha posibilitado su supervivencia, sobre todo en un momento de supremacía digital en el que todo es post algo”.

 

“Ni escuchéis a los autores que hablan de las penurias que conlleva escribir. Porque escribir es y debe ser siempre un disfrute”, comentará la estrella de las letras que se pondrá en modo sarcástico cuando la última pregunta del público le interrogue por su proceso de trabajo: “Me doy por satisfecho con unas 500 palabras al día que valgan la pena”, resumirá al respecto. “Aunque ese día te sientas bloqueado, tu obligación es sentarte todas las mañanas delante del ordenador. Tengo un perro con mucha energía. Cuando lo saco a pasear por la tarde aprovecho para respirar aire puro que es muy necesario para todo escritor”, apostilla el escritor que dice que vive en el campo.

 

 

“En 40 años que llevo escribiendo sólo he recibido dos cartas de auténtico odio. Pero eso está bien, ojalá hubieran sido más, quiere decir que es gente que se ha implicado de manera profunda en mis novelas. La mayor parte de esas cartas viene de parte de lectores que me explican su experiencia con mis novelas. Lo que quieren es comunicarse. El lector de novelas es un homo sapiens elevado, no se siente en la obligación de arrancarte la camiseta como si fueras un futbolista o una estrella del pop”, explica con mucha guasa soterrada el autor, que aprovecha para reconocer que no le gusta el fútbol, pero que felicita al público presente por la remontada contra el PSG de la noche anterior.  En relación a su experiencia con las redes sociales, nos hablará de un software que se ha instalado en su casa y que cada cierto tiempo le obliga a permanecer cuatro horas sin internet: “No tengo opciones de la empresa programadora, pero les recomiendo que se instalen ustedes también este programa que se llama Freedom. Soy de una generación que se conforma con utilizar el mail y con tener un canal de Whatsapp en el que sólo participan los miembros de tu propia familia. Mi relación con la tecnología hubiera sido diferente de haber nacido en los 70”. Ahondará en su actual estado vital cuando dice que con la edad se ha vuelto “más tolerante con las personas y sus defectos, una posición vital para un escritor que, a fin de cuentas, debe abrirse al mundo que intenta describir”.

 

“Anoche estuve en un lago, y pude ver a cientos de ranas preparadas para el acto de aparearse. Y esa es una actividad de la que los seres humanos estamos al margen. No lo sigamos estropeando”, comenta cuando se trata de hablar del cambio climático, que es además uno de los topics de la edición de este año de Kosmopolis. “¿La función social de los escritores? Los novelistas se limitan a animar al público a que ame el mundo en el que vivimos, especialmente el natural. La novela se centra en explicar las vicisitudes de vidas privadas, de individualidades con las que sentirnos representados. Le sigue resultando muy difícil hablar de los intereses globales de una comunidad y que nos sintamos aludidos todos nosotros como comunidad. Si tú lo estás intentando... Entonces te deseo buena suerte, la vas a necesitar en una tarea tan complicada”

David Puente

Después de pasar por la prensa local generalista donde escribió en la sección “Deportes” con aportaciones en La Revista de Badalona y El Punt Diari del Barcelonés Nord (con tan solo 21 años formó parte de la redacción fundacional allá por 1994), se convirtió en redactor de la web especializada en música electrónica www.clubbingspain.com. Durante cinco años (2005-10) ha sido locutor de radio en scannerFM y ha colaborado en el programa “Aún no me he repuesto de la última noche que pasé contigo” en Radio 3 de RNE… En otoño de 2011 formó parte del equipo de Red Bull Music Academy que desembarcó en Madrid encargándose de la locución y producción de un programa junto a Carles Novellas. También ha colaborado como redactor en otras publicaciones especializadas como Trax Mag, Go Mag o Playground.

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