La Casa de la Alegría
El corazón de los sabios está en la casa de luto
Ilustración Esther Burgueño
“El corazón de los sabios está en la casa de luto, y el de los insensatos en la casa de la alegría y el festín”. "The House of Mirth". "La casa de la alegría" (Alba Editorial) toma su título del Eclesiastés, de unas líneas cuya traducción al inglés hablan de la casa del festín como del hogar de los necios. Viene a decir que los sabios piensan a menudo en la muerte y los estúpidos sólo disfrutan del momento, de la "disbauxa", del "mirth".
¡Pobre Lily Bart! la protagonista de la cuarta novela de Edith Wharton y su primer best-seller arrollador, es demasiado pobre para tener tiempo de pensar en otra cosa que en la muerte. De hecho, para ser más precisos, su única preocupación es tener un lugar donde caerse muerta.
Lily es una muestra perfecta de la alta sociedad neoyorquina de su época. Una mujer elegante, bella, socialmente capaz y tremendamente superficial que sufre, alas, de algunos pequeños desajustes con respecto a sus contemporáneos: para empezar es huérfana, un problema gravísimo dada su condición de mujer casi madura (es decir, no joven) soltera. Su vínculo con la sociedad es, más allá del triste recuerdo de su padre, su tía ricachona. Vive entre fiesta y fiesta, excursión y viaje a casa de campo 1 y casa de campo 2; la huésped eterna de su círculo y apasionada jugadora de todo lo que se juegue esa temporada.
Lily Bart tiene que casarse. No es tan joven como era. Es guapa. No es muy lista, ni muy especial. Toda su capacidad intelectual está decididamente enfocada a ser lo bastante encantadora, y... ¡qué efecto tan extraño! Lily Bart, a quien podríamos despreciar por ser superficial y absurda, nos cae bien. Y es que la chica, pensamos, no quiere casarse en realidad. No quiere ser esposa de nadie. Tan sólo quiere no tener que pensar en ello. Está cansada. Quiere salir del mercado. En un momento de la novela se habla de Lily como un personaje self-involved. Es difícil traducir correctamente este adjetivo compuesto de dos palabras tan auto-descriptivas... retozándose en sí misma.
Tiene nombre de jovencita y eso no es casual. Es la precursora natural de Blanche DuBois y de tantas otras heroínas que dependen del amor de los extraños para sobrevivir y está contando los días que le quedan, en una carrera a contra-reloj, como la cigarra que se ha pasado el verano cantando, y ahora tiene que echarse a correr, observando con temor la aparición de unas minúsculas, pequeñísimas arrugas alrededor de los párpados.
Pese a las patas de gallo que asoman a lado y lado de su mirada limpia, hemos dicho que es bella, y es bien cierto. Pero un rasgo que podría considerarse una bendición se convierte en un arma de doble filo dado su carácter indeciso, inmaduro y su concepto altamente superficial de la dignidad. Lawrence Selden, el héroe fallido de esta novela, reflexiona al principio del libro sobre la belleza de Lily, y le resulta inconcebible que una mujer tan rotunda no se pase el día 'calculando' como usar esta belleza para conseguir lo que quiere. No sé equivoca, y sin embargo, la pobre Lily no sabe calcular correctamente. Se equivoca con las sumas más simples.
Es uno de los motivos principales por los que Lily, vulgar y egoista, se nos haga simpática, ese 'no-sé-qué' que nos permite seguir leyendo con fervor sin sentirnos excesivamente morbosos y que sólo he sido capaz de verbalizar a través de las palabras de otro. Como dice Jonathan Franzen, la gracia es que Lily no tiene 'suficiente' dinero. Vamos, que no le llega... como a todos.
Esta novela es un melodrama de los de antes, con un argumento que renuncio a resumir aquí…. mejor lean esto. Es complicadísimo. Este libro sigue a este personaje incrédulamente, observando las vicisitudes de su ridícula vida, viendo como comete errores, y se equivoca una vez y otra al tomar decisiones que la hunden, cada vez más, en el fondo de una sociedad cuyas reglas, tan claramente expuestas, son no obstante muy difíciles de jugar. Vemos como Lily cae, se equivoca, es engañada y vuelve a tropezar una vez y otra con la misma piedra. ¿Qué clase de placer encontramos en verla desaparecer? No es Tess d'Ubervilles, es algo más mundano, pero no podemos evitar preocuparnos por ella. Observamos su mala suerte y la sarta de malas decisiones que va tomando a lo largo de su vida con algo de estupor, a ratos sorprendidos por los tonos melodramáticos que toma la historia y a ratos indignados por que lo vemos tan claro al otro lado de la página: "Pero, Lily! reacciona! esta vez no dejes pasar esta oportunidad!".
La llaman una novela de costumbres, que al igual que ocurre con las novelas de Austen o Thackeray, viene a ser lo mismo que llamarla una novela de cuentas y saldos. Es un libro sobre el dinero y lo que significa tenerlo y sobre todo, no tenerlo. Es anti-moderno, dirán con razón. Pero puedo asegurarles que releído y apasionadamente engullido, este libro es, de todos los de su tipo, el más moderno. Más que “Jane Eyre” y más que “La Hoguera de las Vanidades”.
Dejen que se lo justifique con dos apuntes. El primero es que es que en según qué barrios de según qué ciudades, me parece una lección de candente actualidad. La distancia que define los límites de la sociedad y de la alta sociedad es gigante, y no se mide en kilómetros, si no en dólares. El segundo es que este libro habla de un concepto hasta hace poco denostado pero que ha vuelto recientemente al redil de los trending topics. Trata sobre un valor renovado en la vida contemporánea renacido gracias a FaceBook: la reputación y su importancia social. Es tan importante parecer ser algo como serlo realmente.
No tienen bastante ¿Por qué tendrían que leer este libro? ¿Por qué rescatar este clásico del armario? Pues por que esta novela preciosa, cínica y dura es trágica como lo es la literatura naturalista americana, que es sin duda lo más rupturista que se puede ser en esta vida. Y, para acabar de justificarlo, me permito recordar algo que de todos es bien sabido, que las bicicletas son para el verano de los holgazanes y que si se quiere disfrutar verdaderamente de las vacaciones es tan esencial leer novelas melodramáticas como lo es sorber mojitos al borde de la piscina. No tienen excusa.

Vanessa Pellisa
Melómana acérrima desde muy jovencita (viajó al festival de Glanstonbury con sólo 15 añitos), Vanessa Pellisa ha colaborado regularmente con artículos de crítica musical y literaria en varias publicaciones (aB Magazine, Rockdelux, Qué Leer, La Vanguardia...) pero sobre todo es conocida por su trabajo en Go Mag, donde ha entrevistado a artistas de portada como Postal Service, Death Cab For Cutie, James Blake, The Shins, Belle And Sebastian, Badly Drawn Boy, Fleet Foxes, The xx o Tame Impala. Nació en Reus en 1979 y en 1998 fundó la distribuidora y discográfica Inane; ha trabajado en los sellos Houston Party y Barsuk Records de Seattle, ha sido mánager y promotora de conciertos y tiene pendiente publicar su primera novela.