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Lolitas... y Lolitos

Diez títulos que deberían haber sido no aptos para menores

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No, este título no fue inventado ni por Soraya Rodríguez ni por Bibiana Aído. No es una imposición de estilo que Blisstopic haya aplicado para resultar más igualitario, ni tampoco otro homenaje al ridículo en un intento frustrado de ser políticamente correcto. Es, más bien, todo lo contrario. Las Lolitas y los Lolitos son en literatura la antítesis de lo moral y lo decoroso, son precisamente un acercamiento a la faceta más incontenible de las pasiones humanas, incluso una vía de escape a apetitos malditos de la vida real, en algunos casos. Lolitas y Lolitos son víctimas y verdugos, son la tentación y la transgresión y son las manzanas prohibidas de un mundo ficticio, el de la literatura, en el que todo cabe pero no todo vale. Por Brais Suárez

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"Lolito" de Ben Brooks

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Aunque Ben Brooks solamente confiese su pasión por beber cerveza en la cama y eludir las responsabilidades como puntos en común con su protagonista, aquel es a la literatura lo que Etgar es a su pretendiente cibernética de 45 años: todo un terreno por explorar cuyos topes no pueden ni intuirse. Por eso, a pesar de lo grandes que quedan a este libro críticas como la de Nick Cave (que lo puso por las nubes), no podemos hablar de pedofilia en la relación que mantiene la literatura con Brooks, como tampoco se puede calificar como tal el amor de Etgar con su madurita Macy: “No es lo mismo que un chico de 15 años decida acostarse con una mujer adulta a que alguien esté forzando a un niño”, dice Brooks. El título, como extensión del humor británico, no es más que una ingeniosa ocurrencia que cruzó la mente de Brooks al terminar: “En ningún momento pensé que estuviera haciendo una versión; se me ocurrió después porque me pareció divertido”.

 

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"Alicia en el País de las Maravillas" de Lewis Carroll

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Alice es una niña despistada que viaja a través de un sueño. El problema es que, en lugar de recorrer las fantasías de su propio mundo onírico, como nos quiere hacer creer Lewis Carroll, todo apunta a que son los anhelos del escritor inglés los que recorren a Alice Liddell, una niña de 4 años (que él conoció a sus 24) que le servía como modelo fotográfico y de la que estaba perdidamente enamorado, llegando a proponerle matrimonio cuando ella no pasaba de los 11 años. Ahí queda la historia, por mucho que Jenny Woolf, en “The Mistery of Lewis Carroll”, haya descartado la pedofilia del escritor en base a sus donaciones a entidades de ayuda a niños maltratados y abandonados. El sino de los Lewis, pensaría unas décadas más tarde el músico Jerry Lee al ofrecer el anillo a una chica de 13 años…

 

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"La muerte en Venecia" de Thomas Mann

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No solo las nínfulas inspiran obras como vía de desahogo a una realidad dolida, sino que también los efebos pueden llegar a conquistar el corazón de un escritor hasta el punto de dar pie a una novela. Aunque no llegue a consumarse, el asunto es si cabe más peliagudo al tratarse de su propio hijo, como parece ser el caso de Gustav Von Aschenbach, una especie de álter ego de Thomas Mann que recorre Venecia desgarrado por la impresión de un joven polaco (una presunta sublimación de Klaus, hijo mayor de Mann) que, consciente de su poder sobre el artista, lo atraviesa con gestos sutiles y miradas sugerentes. La palidez y la debilidad a las que Aschenbach sucumbe se antojan en este final una prolongación física de una sensibilidad a la que Mann nunca pudo dar salida.

 

7

"El amante" de Marguerite Duras

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En medio de esta búsqueda por la igualdad entre géneros, Marguerite Duras se encarga de demostrar que también las escritoras sucumben a las pasiones prohibidas. Y lo hace, sutilezas al margen, con “El amante”, una novela de carácter autobiográfico cuya heroína de 15 años da la vuelta a los esquemas anteriores para poner voz al amor que siente por Lee, un chino adinerado con el que la adolescente vive un romance de un año y medio en la Indochina colonial. Sus últimas investigaciones remitieron a Duras, que nunca lo volvió a ver, a una tumba de Vietnam con unos ojos rasgados convertidos al evangelismo en su interior.

 

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"Los cien golpes" de Melissa P.


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La jovencísima siciliana Melissa Panarello aprovecha todavía más las intimidades de su vida privada (en un 90%, asegura), para acercarnos al despertar sexual de una joven de entre 15 y 16 años que, como una auténtica Charlotte Gainsbourg a las órdenes de Lars Von Trier, ejecuta y detalla toda clase de prácticas sexuales con todas sus variantes. Curiosamente, su único sueño en la vida es encontrar a un príncipe azul que la cuide y la proteja sin necesidad de bajarse los pantalones primero. Por supuesto, las edades de los candidatos a hacerse con la corona son tan eclécticas como las propias experiencias de la protagonista.

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"Entrevista con el vampiro" de Anne Rice


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Aunque atenuada por la naturaleza fantasiosa del contexto vampírico, Anne Rice lleva un paso más allá la condición ya de por sí sórdida de estas relaciones con Claudia y Louis (otra vez el sino de Lewis, aunque se escriba distinto), donde entran ya en juego la codicia, la inmortalidad, el poder… Todo un abanico de pecados y vicios que crecen a medida que lo hacen los espíritus de los personajes; no así sus cuerpos, que conservan a Claudia con el físico de la niña de 5 años que era antes de ser convertida en vampiresa y a Louis como su eterno adorador adulto, que la cuida como hija y como amante hasta perder por ella sus principios.

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"Ceniza en los ojos" de Jean Forton


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Injustamente calificada como anti-Lolita, es posiblemente la mejor novela de un autor “anti-sobrevalorado”, que prefirió dedicarse a vender libros de estudiantes en lugar de rendirse ante los cánones de la época y que, a cambio, dejó en herencia “Ceniza en los ojos”, el diario de un Don Juan barato que, con una prosa muy personal y casi intrascendente, se revela para realzar, por puro contraste, un tema universal y trágico. Más que la justificación de unas pasiones difícilmente comprensibles, Jean Forton muestra con repugnancia lo sórdido de un seductor que se aprovecha de la inocencia y soledad de la joven Isabelle, de 16 años.

 

3

"Otra vuelta de tuerca" de Henry James


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Henry James fue, con todo, el encargado de dar una perspectiva todavía más impactante y exigente para el lector, ya que este no podrá limitarse a seguir la historia y habrá de meterse dentro de ella para juzgarla por sí mismo. Una institutriz narra en primera persona los acontecimientos que experimentó con dos hermanos de 8 y 10 años con inciertas influencias, pues no llegan a quedar claras la inocencia o perversión de su relación con sus antiguos cuidadores. El papel de la sugestión y el punto de vista de la narradora, una victoriana reprimida, dan a la novela unos giros y una turbulencia que cada uno resolverá a su manera, a modo de auténtico thriller.

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"Memoria de mis putas tristes" de Gabriel García Márquez


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El propio protagonista resume la historia: “El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen”. Lo que él no esperaba es que su regalo sería encontrar el primer amor de su vida en Delgadina, esa prostituta de 15 años que Rosa Cabarcas le entrega, drogada y dormida, como víctima que pruebe su virilidad. La delicadeza de la prosa, la ternura y cuidados del anciano hacia la prostituta de 15 años, el ambiente retrógrado y machista de una mentalidad que asegura que “también la moral es un asunto de tiempo” y, sobre todo, el hecho de que ella nunca llegue a despertarse en su presencia, atenúan lo turbulento de una relación con motivos para la censura.

 

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"Lolita" de Vladímir Nabokov


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“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía”. También las primeras palabras de Humbert Humbert resumen a grandes rasgos el contenido de la obra maestra de Nabokov. Y así, con esa pervertida locuacidad, se prodiga a lo largo de toda la novela, combinando su pasión con un intento de justificación que acabaría por crear todo un mito de sugerente estética. Pero nadie más claro que el propio autor para explicar el equívoco que su prosa generó: “Es una pobre niña a la que corrompen […]. No sólo la perversidad de esa pobre criatura ha sido grotescamente exagerada, sino también su aspecto físico, su edad, todo ha sido modificado por las ilustraciones de las publicaciones extranjeras […] Tiene doce años, mientras que el señor Humbert es un hombre maduro, y es el abismo entre su edad y la de la niña lo que produce el vacío, ese vértigo, la seducción, la atracción de un peligro mortal. Además, es la imaginación del triste sátiro la que convierte en criatura mágica a esa pequeña colegiala americana, tan trivial y normal en su tipo como lo es el cura frustrado Humbert en el suyo. Fuera de la mirada maníaca de Humbert, no hay nínfula”. Un tema que el ruso ya había soslayado en “El hechicero” y un título, “Lolita”, que ya había utilizado el alemán Von Lichberg con la misma temática, sin que ninguno de estos dos libros alcanzara ni por asomo la maestría de la historia sobre la pequeña Dolores Haze.

 

Brais Suárez

Brais Suárez (Vigo, 1991) acaba de estrellarse con su idea de vivir escribiendo aun sin ser escritor. Dos periódicos gallegos se encargaron de dejarle claro que mejor le iría si recordara mineralizarse y supervitaminarse, lo que intenta gracias a colaboraciones esporádicas con algunas revistas y otros trabajos más mundanos que le permiten pagarse su abono anual del Celta y un libro a la semana. Por lo demás, viajar, Gatsby y estroboscopia lo sacan de vez en cuando de su hibernación.