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No soy ese tipo de chica

Lena Dunham

Espasa

8

296 págs.

19,90 €.

Ana Llurba

 

La anécdota ha sido contada muchas veces. Una chica neoyorkina de clase media alta vuelve de la universidad a la casa de sus padres. Con el dinero de sus padres filma una película donde se hunde en la incertidumbre de tener veintitantos en esta época y no tener ninguna perspectiva vital, laboral o sentimental, y vuelve para contarlo. HBO le ofrece hacer un piloto para una serie. Y lo demás es historia.

 

 

Algunos se quedaron solo con la primera parte, con de la chica blanca de clase media alta que practica el nepotismo convocando a sus también privilegiadas amigas a participar en su proyecto, y que cuando la critican por relatar sus problemas del primer mundo o por ser demasiado caucásica, comienza la segunda temporada presentando a la protagonista, la neurótica Hannah Hovart, follando con un chico afroamericano republicano para demostrar  que no, que ella no quiere hablar en representación de nadie sino de ella misma.

 

Esto que para algunos es exhibicionismo y para otros solo honestidad marcando un antes y un después en cómo aparecemos las mujeres en la pantallas es lo que le ha costado a Lena Dunham tantos detractores como fans. Porque no “cualquier tipo de chica” sale desnuda a un plató con quince kilos de más a tener sexo espartano sin mirarse a la cara con un novio sociópata al que le gusta acabarle encima de las tetas y decirle guarradas al oído sin provocar ningún efecto en las grandes audiencias.

 

Y ese es el riesgo en el que reincidió con este libro. Con un tono confesional, cercano y sin miedo al ridículo, Dunham cuenta sus ansiedades, TOCs de la infancia, anécdotas hilarantes (como cuando en una colonia de verano la hacían representar el camino de los esclavos “a la libertad” mientras un monitor la perseguía a ella y un grupo de niños con un caballo),  cómo se alivió cuándo descubrió que su hermana era lesbiana porque dejó de sentir era la única weirdo de su finca, su bajísima autoestima y la extraña costumbre que tenía de compartir cama y mantener relaciones platónicas con chicos en la universidad, así como también relata cómo  fue víctima de violación después de los excesos de una fiesta. A esto le sigue la desalentadora vuelta al hogar paterno, los trabajos de supervivencia (en una exclusiva tienda de ropa infantil en TriBeCa) y las relaciones sentimentales catastróficas que se suceden intempestivamente hasta que llega la oportunidad de hacer el piloto. Y el amor.

 

Aunque el estilo de Dunham es preciso, coloquial y entretenido, se nota que este libro ha sido escrito con un editor carcelero que ha marcado el ritmo de escritura con una fusta y un famosísimo contrato de más de tres millones de dólares, por lo que algunos capítulos (como esas diez páginas dedicadas  al diario de sus comidas) podrían haberse eliminado de la versión final.

  

Sin embargo, evitando caer en el cliché de que la clit lit hace que solo la vida sexual de las mujeres sea interesante, cuando a sus veintiocho años, Dunham se pregunta qué clase de chica es, lo único que se le viene a la mente es qué clase de chica no es. No es (y por lo que cuenta aquí, definitivamente no ha sido) una chica cool, y tampoco carga con la  frustración de ser marginal o outsider, porque ha conseguido lo que quería: ahora es una chica con menos neuras, que puede dormir de noche, que está presente en su cuerpo cuando mantiene relaciones sexuales con alguien y que se ha realizado profesional y sentimentalmente. Por todo eso pertenece a ese tipo de chicas que cualquiera querría ser: Lena Dunham es ella misma y envía todo lo demás a tomar viento.

 

 

Ana Llurba

Ana Llurba (Córdoba, Argentina, 1980) Vive desde el año 2008 en Barcelona, donde estudió Teoría Literaria en la UAB. Actualmente trabaja en el medio editorial, escribe sobre libros y arte en A*Desk, colabora con la sección Otras Literaturas en Otra Parte y coordina Honolulu Books.

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