Dean Wareham
Emancipación
Dean Wareham, Galaxie 500, Luna, Dean & Britta... No es necesario decir mucho más excepto que nunca he sido una fan acérrima, sino más bien una observadora suspicaz de sus movimientos musicales. ¿A qué viene esta entrevista pues? A la suspicacia, precisamente. Que la carga la curiosidad y el interés como si fuera el diablo. Llevo veinte años escuchando sus discos, intentando descifrar porqué no siempre me gustan y porqué siempre hay algo que me decepciona en ellos aunque, eso sí, escuchándolos siempre.
Su nuevo álbum es el primero que publica en solitario y una pieza extraña y difícil de encajar en una carrera que sube y baja de intensidad, pasando de lo anecdótico a lo innegable sin orden ni concierto. Un heredero directo del anterior mini-LP “Emancipated Hearts”, “Dean Wareham” (Double Feature / ¡Pop Stock!, 2014), el disco, no el artista, ha sido producido por Jim James de My Morning Jacket, un grupo por el que Wareham ha estado abiertamente prendado durante años. El resultado es un trabajo cargado de referentes, de citas y de nombres propios (un poco como esta entrevista, ya verán) al que falta aire que respirar –cerrado, oclusivo y reminiscente de todo aquello que esperamos de un disco de Wareham– el equivalente musical al ambiente reprimido de la mansión de los Benedict en “Gigante”.
¿De dónde viene este disco?
Comenzó a altas horas de la noche durante una cena a principios de 2012 con un amigo mío que lleva el management de Jim James. Fuimos a su oficina y nos quedamos hasta tarde escuchando música, entre otras cosas, el nuevo disco en solitario de Jim James, que me pareció que sonaba muy bien. Resulta que mi amigo tenía intenciones de que Jim y yo trabajáramos juntos. Ese verano James me invitó a tocar en un festival de verano en Louisville –toqué varias canciones de Galaxie 500–. Después del festival, mi banda (mi esposa Britta al bajo, Anthony Lamarca a la batería, y yo) nos trasladamos a la casa de Jim en los suburbios de Louisville. Es un estudio en su casa, pero, francamente, tenía un equipo mejor del que tienen muchos de los estudios en los que he grabado nunca. Montamos la batería en la sala de estar, un micrófono en el sótano, y amplificadores de guitarra en el garaje. Pasamos dos o tres días, salimos de allí con cuatro canciones, incluyendo "The Disappears Dancer", "Heartless Personas" y "Babes in the Wood"... decidimos que nos gustaría volver en diciembre y terminar todo un álbum con él.
¿Por qué un disco en solitario a estas alturas?
Bueno, hemos hecho tres álbumes con Dean & Britta, y me siento orgulloso de ellos, pero queríamos hacer algo un poco más rock, con guitarras más pesadas. Britta estaba muy involucrada en el proceso de todos modos, es sólo que soy únicamente yo quien canto. Además ella está trabajando en su propio álbum en solitario ahora mismo.
Recientemente, has salido de gira con un show enfocado a interpretar temas de Galaxie 500. ¿Cómo fue la experiencia?
Fue muy divertido. Ha sido supertonificante tocar canciones que llevaba tanto tiempo sin tocar y comprobar que con el paso del tiempo parecen hoy más sólidas que entonces, que han envejecido bien
¿Influyó en la composición de este disco?
Aprendí una cosa de esta gira: que mi forma de tocar la guitarra es más interesante cuando me pierdo, cuando estoy tocando guitarra como si acabara de empezar a tocar el instrumento.
Cualquier crítica de tus últimos discos menciona detalles de tu vida privada. Muy a menudo, estos detalles se utilizan para justificar una determinada visión de las canciones. Hay muchos ejemplos de esto, sobre todo tras la publicación del último disco de Dean & Britta. Te cito un fragmento de la crítica del Pitchfork de ese disco "Es un álbum que con humor pero sinceridad explora las tensiones que surgen en cualquier relación a largo plazo, pero, en este caso, las presiones financieras, políticas o de otro tipo, parecen venir más desde fuera que dentro". Me quedé asombrada al leer esto porque cuando escuché por primera vez el álbum para mi era puramente social, político y tenía muy poco que ver con una relación, no veía la metáfora por ninguna parte.
Mi primera pregunta es si te sientes cómodo con la etiqueta de artista confesional. Creo que una parte importante de tu público, más allá de lo que pueda opinar la crítica, se inclina a pensar que tu música está directamente influenciada por tu vida privada, ¿cómo afecta esto a la forma en que explicas tu música?
¿Sabes qué? A veces me siento tan cerca del álbum y sus canciones que no sé de qué se trata, y se necesita a alguien de ‘fuera’, por así decirlo, para señalar que está lleno de detalles personales. Yo no pienso en mí mismo como un artista confesional, al menos no pienso en mis canciones de esa manera. El libro que escribí –"Postales Negras" (publicado en España por Libros de Ruido/Sones)–sí que está lleno de confesiones. Me di cuenta de que esta es la gran diferencia entre escribir canciones y escribir no ficción. Las letras pueden ser abstractas y velar la realidad con algo de ambigüedad. Eso no significa que en mis letras no haya algo mío, indicios de mi vida, pero hay otros elementos que acabo tomando prestados de libros o películas. Puede que a Pitchfork le parezca que estoy cantándole una canción a mi esposa (y, desde luego, eso es algo que he hecho alguna vez), pero a veces estoy cantando a un niño o a alguien que conocí brevemente por ahí. Creo que si tienes una pareja en la banda, este es un territorio muy fructífero para un crítico. De hecho, releyendo la cita que me has pasado te diría que estoy bastante seguro de que vi las mismas cosas escritas sobre el último álbum de Yo La Tengo.
Mi segunda reflexión sobre esta percepción común de tu música es sobre la dimensión política de tu obra. Es evidente (o al menos lo es para mí) que existe un esfuerzo muy claro por marcar un perfil político en tu trabajo.
En el mini-LP “Emancipated Hearts” del año pasado sí lo hice. Todo el EP tenía más bien un color político –con canciones como “The Longest Bridges in the World” (inspirado en Bertolt Brecht ) y “The Deadliest Day Since the Invasion Began”–, que no tratan sólo de mi visión en contra de la guerra, sino también acerca de la lectura malformada de la guerra en los periódicos –la frase viene de la novela de Ben Lerner “Saliendo de la estación de Atocha”, donde el narrador (un estadounidense que vive en Madrid) lee acerca de la guerra de Irak todos los días en el diario–.
En el nuevo álbum, la canción más abiertamente política es "Beat the Devil", que escribí para mi columnista político favorito, el anglo-irlandés Alexander Cockburn. Su padre escribió la novela "La burla del diablo", que se convirtió en una película de Humphrey Bogart. Cockburn murió el año pasado. He citado una frase suya sobre el Imperio Romano que aplastó brutalmente una tribu en Escocia: “They made a desolation, but they’re calling it a peace”. Esto me suena a la clase de paz que hemos logrado en Irak. Cockburn fue un crítico implacable de los dos principales partidos políticos americanos. Sentía un enorme desprecio por los teóricos de la conspiración del 11-S. Escribió que los estudiantes aprovecharían más el tiempo leyendo a Karl Marx, para conseguir una comprensión más profunda de cómo funciona el mundo, lo que quizás les ahorraría ser un blanco fácil de las teorías de conspiración paranoicas, que son un lamentable desperdicio de energía.
Has tenido una carrera muy larga. ¿La música siempre ha estado ahí? ¿Ha desaparecido en algún momento de tu carrera?
Hace poco vi un documental sobre Phillip Glass, que ha creado decenas de bandas sonoras de películas. Dijo que cada vez que se sienta a hacer otra, no tiene idea si va a poder hacerlo otra vez. Y sin embargo se trata de él y de lo que hace. No puede hacer otra cosa. Siempre encuentras la manera de escribir una canción. En cuanto a mi carrera en el futuro cercano, es siempre una cuestión alarmante para un artista musical. Los cambios producidos en los últimos años hacen que una carrera en la música sea ahora aún más incierta de lo que ya era antes. Pero seguimos. Adelante.

Vanessa Pellisa
Melómana acérrima desde muy jovencita (viajó al festival de Glanstonbury con sólo 15 añitos), Vanessa Pellisa ha colaborado regularmente con artículos de crítica musical y literaria en varias publicaciones (aB Magazine, Rockdelux, Qué Leer, La Vanguardia...) pero sobre todo es conocida por su trabajo en Go Mag, donde ha entrevistado a artistas de portada como Postal Service, Death Cab For Cutie, James Blake, The Shins, Belle And Sebastian, Badly Drawn Boy, Fleet Foxes, The xx o Tame Impala. Nació en Reus en 1979 y en 1998 fundó la distribuidora y discográfica Inane; ha trabajado en los sellos Houston Party y Barsuk Records de Seattle, ha sido mánager y promotora de conciertos y tiene pendiente publicar su primera novela.