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Pxxr Gvng Los Pobres  

Pxxr Gvng

Los Pobres

SonyBMG

9

Kinki Trap

Antonio Bret

 

Si los ves en la calle, te cambias de acera. Tienen la pinta del peligro, del tirón de bolso, esa mirada que, cuando se cruza con la tuya, te advierte del poco tiempo que tienes para reaccionar, para compartir lo que tienes con ellos o para llevarte una yema. O las dos cosas. Cuando estas ya en casa, a salvo de cualquier peligro de barrio, te acuerdas de aquel CD de Nach, un tipo que rapea pero es culto, hace poesía y te lo pones y lo escuchas, tranquilo, calentito pero, con el rabillo del ojo, te sigues acordando de esos kinkis con los que antes te encontraste y, piensas, esos son los raperos que veo en la tele, los negros de los USA, esos son los raperos “de verdad”, los que, si hablan de cocaína, es porque se la meten día tras día y es una puta basura, y si hablan de que su hermano es camello, no es por ser fruto de una noche viendo películas de Spike Lee, sino porque, de verdad, van a tener que pedir permiso en el instituto, o no, para ir a ver a su hermano a la cárcel. Entonces piensas que aquí, en España, aunque ya sepamos que ‘la cosa está fatal’`, no todo el mundo tiene tan fácil acceso a las armas y la policía tampoco entra a matar, así como así, al primer negro que ve que se salta un STOP. Que no, que no somos AMÉRICA, y que claro, si ves a un rapero español poniendo poses de hemipléjico, desgañitándose, contando sus problemas, pues como que te lo crees menos. Siempre nos ha faltado ese componente extremo de peligro: por muy mala pinta que gastasen, jamás habría sospechado de las intenciones de Mucho Muchacho, por ejemplo, o del Zatu, o de Tremendo si, en pleno botellón, se me hubiesen acercado a pedirme fuego. Ahora bien, lo de Yung Beef, D. Gómez o Khaled, integrantes y responsables de la parte vocal de Pxxr Gvng, es otra cosa. Tienen en el rostro el castigo de la calle, los dedos negros de prensar chinas baratas, tatuajes en la cara. Se han criado en el Albaicín de Granada, en el Raval de Barcelona, en Carabanchel, Madrid, colmenas interraciales, guetos aislados en los que su única distracción era cometer delitos a pequeña escala y, de vez en cuando, rimar en la calle. Yung Beef y Khaled, Granada, miembros de Kefta Boys; D. Gómez, Madrid, integrante de Corredores de Bloque. Alrededor de ellos, el genio, el puto corazón de Pxxr Gvng, Steve Lean, el que les hace la cama, el que dispone el colchón para que lo demás escupan y se acuesten sobre sus esputos, desde Barcelona. Lo conocieron por Facebook, empezaron a hacer cosas juntos y tanto Yung Beef como Khaled decidieron ir a Barcelona y ahí ya nace Pxxr Gvng. Una juventud asqueada y descreída cuyo canal de TV favorito es YouTube ansiaba tener, delante de ellos, a un referente, no como modelo a seguir, sino como válvula de escape, como esa palmadita en la espalda que viene a significar: tampoco estás tan mal. Tras fiestas que lograron congregar a más de 10.000 personas, el larga duración ya es una realidad.

 

 

“Los Pobres” viene a ser una depuración bombástica, magnificada y superlativa de lo que han ido dejando por YouTube: incontinentes creativos, es abrumadora la cantidad de canciones que han hecho, crudas, sin retoques, vomitadas tras jornadas intensivas en el estudio doméstico. Trap kinki, bases gaseosas que apuntan al progressive y hasta el eurodance, pianos lánguidos y fantasmagóricos, bajos saturados que remiten al hardcore, épica doméstica, poesía de putas, cocaína y marihuana. Es acojonante, en serio lo digo, el trabajo de Steve Lean apoyado por el capo de 808 Mafia Southside (colectivo de Atlanta al que pertenece el joven de Barcelona) y que ha hecho madurar el sonido del grupo produciendo casi todos los temas. Es insólito como un chaval, esta vez sí que podemos decir a boca abierta eso de ‘hecho a sí mismo”, puede tener tantísimo talento: sus bases está, ahora mismo, a años luz de cualquier rap que se haga en este país y, seguro, en el extranjero le estarán tirando los tejos. El resto de miembros se ajustan al modelo de combo-rap como un guante: la química que respiran es indiscutible: El flow de Yung Beef y su voz nasal –y su jerga ininteligible- es demoledor; Khaled, del Magreb, es pura rabia, puro descaro –su entrada en "Pxxr Brother" es de monumento– y D. Gómez, siendo el más flojillo en técnica, abraza el autotune como si fuese un turulo y anestesia a las canciones con su tono monocorde, añadiendo un tono de bruma a la sensación de urgencia que tienen todas las composiciones. “Los Pobres” ha resultado, sin quererlo o a posta, como el tratado definitivo del post-adolescente que tiene la vista fragmentada entre youtubers, zapping epiléptico, rap licuado y contaminado por las mismas mayors que ahora los apoyan, la evolución 2.0 del parque y las litronas y los porros y el paquete de pipas. Son grandes porque son de verdad, porque son honestos, porque te dicen a las claras que están en esto para ganar dinero, para dejar de ser pobre. No van de poetas, no van de artistas –a D. Gómez, de hecho, no se le caen los anillos, literalmente, cuando afirma que rapea porque es fácil y tampoco tiene que esforzarse mucho en hacerlo–. Pero os puedo asegurar que arte les sobra y poesía… como muestra, este fragmento de “Perdóname, Dios”. “En esta vida de tó me arrepiento / Lo único que tenía se lo ha llevao el viento / Ya no tengo ná, solo me quea el aliento / pa contaros mis penas y deciros lo que siento / Que yo no tengo a nadie pa que escuche mis lamentos / Y las drogas que me meto ya no me surten efecto / Puta, estoy enamorao de mis sueños / y es por eso que me tiro tantas horas durmiendo.” Chúpate esa, Nach Scratch.

 

 

“Los Pobres” se postula como mejor disco nacional por varias razones, incluso más allá de lo puramente musical, que ya, de por sí, es sobresaliente: si hubiese que elegir un disco que mejor definiera el zeitgeist, que le diese voz a quien no tiene voz, que, al final, representa a la mayoría, este sería el debut de Pxxr Gvng. Nunca el título de un disco ha reflejado tan bien el espíritu del mismo. Esperemos que cuando saquen uno titulado “Los Ricos” esté a la altura.

 

Antonio Bret

Nacido hace 36 años en el sur de España, Antonio Bret estudia producción de cine y TV pero se dedica, durante dos años, a contar historias de copleros en “Se llama Copla” de Canal Sur. Cinéfago y heterosexual solo de cintura para abajo, es fan de Lucio Fulci, David Cronenberg, Hayao Miyazaki y Mónica Naranjo. También es adicto a los one hit wonders de los 80 y el porno de los 70. Rechaza la depilación púbica y quiere abrazar, un día, a Phil Collins