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Mac DeMarcoAnother OneCaptured Tracks 8,2Pop
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EL juego de palabras es más que evidente, pero “Another One” es mucho más que otro disco cualquiera de Mac DeMarco. Es todo un disco de Mac DeMarco, por mucho que esté catalogado como mini-elepé. Sí se entiende este título cuando la desidia que inspira se corresponde con el tono vago y perezoso de las canciones y con el humor (más que personalidad, ya que toda su personalidad es puro humorismo) de un personaje forjado a través de su música (que no para fomentar a su música). Una música apática como esas olas suaves con las que acaba el disco, apática y extravagante como el estilo de vida que parece proponer; apática y extravagante, pero también armónica y agradable como la naturalidad de estas ocho pistas que se suceden como si fueran solo una, como el agua misma que llega a la orilla o como este vídeo, sin ir más lejos:
“Another One” podría ser el mantra de esa filosofía de vida ataráxica que aparece en cada clip, en cada foto o en cada nota de DeMarco, que deja bien patente una estética tan característica y diferenciada como la música que la abandera. Precisamente, a pesar de ser emblema de Pitchfork y la insignia del moderneo internacional, DeMarco parece ajeno a todo este barullo mediático y, sin haber dado tiempo siquiera a desentrañar el “Salad Days”, suelta las dos primeras canciones como dos auténticos himnos. Primero idealizando el amor y luego resignándose a su intrascendencia (en “The Way You´d Love Her” y “Another One” respectivamente), para dejar que el disco se desarrolle por “todos los diferentes estados anímicos a que puede conducir el amor” (según el propio autor); eso sí, siempre en una línea un tanto monótona que, por su cortísima duración, no llega a aburrir en ningún momento. Solo “I´ve Been Waiting for Her” llega en el momento exacto para poner un contrapunto más alegre, menos sumiso, a esta tendencia.
De hecho, sí se echan de menos los cambios de tono, las subidas y bajadas del “2” o de “Salad Days”, pero con el piano de fondo, inexistente hasta la fecha, se consiguen unos arreglos que dan al disco una calidad mucho más compleja que la naturalidad e intrascendencia de que se le pueda acusar en un principio. Quizá por ahí siga una evolución que, llegados a este punto, se hace necesaria si DeMarco no quiere estancarse ni acomodarse en estas asonancias setenteras que lo hicieron diferente a cualquier otro.

Brais Suárez
Brais Suárez (Vigo, 1991) acaba de estrellarse con su idea de vivir escribiendo aun sin ser escritor. Dos periódicos gallegos se encargaron de dejarle claro que mejor le iría si recordara mineralizarse y supervitaminarse, lo que intenta gracias a colaboraciones esporádicas con algunas revistas y otros trabajos más mundanos que le permiten pagarse su abono anual del Celta y un libro a la semana. Por lo demás, viajar, Gatsby y estroboscopia lo sacan de vez en cuando de su hibernación.