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El lado oscuro del Big Data

Haciendo el mal a lo grande

 

Rafa Giménez

 

El fenómeno del Big Data es, sin ningún género de dudas, el aquí y ahora de las tecnologías de la información. Por su alcance casi infinito, por lo mucho y lo increíblemente rápido que se expanden sus límites y, sobre todo, por el impacto real y profundo que tienen ya en nuestras vidas, parece bastante claro que las tecnologías Big Data están aquí para quedarse. 

 

¿Y qué es exactamente eso del Big Data? Básicamente, el concepto de Big Data es la marca que los siempre despiertos señores de Gartner se inventaron hace ya unos añitos para definir el momento tecnológico actual. Un momento marcado por la eclosión de dos auténticos fenómenos game changers: el aumento exponencial en el ritmo de generación de datos digitales (con las redes sociales, las políticas de apertura de datos y la cada vez más extensa Internet of Things como principales responsables) y la aparición de un completo ecosistema de tecnologías de almacenamiento y computación capaces de manejar esos volúmenes nunca vistos de datos (con nombres ya sagrados en el Olimpo geek como NoSQL, MapReduce, Hadoop, Spark o ElasticSearch).

 

Dos factores conectados que se retroalimentan y que han propiciado el que puede ser el primer gran cambio social de nuestro siglo: el paso a la data-driven society. Que consiste, a grandes rasgos, en intentar cuantificar y traducir en datos el mundo entero (sí, también las personas, sus rasgos y sus acciones), definir funciones que nos permitan procesar y entender esos datos y basar nuestro modelo de interacción social en esas decisiones. ¿Alguien dijo miedo?

 

El potencial es, directamente, infinito. También, claro está, como herramienta al servicio del mal. Por ser aún un fenómeno emergente y por lo tremendamente complejo del concepto, nadie tiene la certeza absoluta sobre hasta dónde puede llegar el Big Data y cuáles son los límites éticos que no deberían saltarse. Así, hace apenas unos días la Casa Blanca ha publicado un informe en el que alerta del uso de las tecnologías Big Data como herramientas de discriminación. Si la asignación de recursos públicos al servicio de los diferentes grupos sociales se basa en su presencia digital, no hay que ser adivino para intuir que las personas mayores, los pobres o las minorías (todos ellos prácticamente ausentes del mundo digital) resultarán perjudicadas.

 

Más allá incluso, la propia fiabilidad de la analítica de datos como herramienta clave para la toma de decisiones también se ha puesto en duda últimamente. Google Flu Trends es un sistema analítico que predice cuál va a ser la incidencia anual de la gripe a partir de las búsquedas sobre la enfermedad que se hacen en el buscador. Su extraordinaria imprecisión, con errores de más del 50% de sobre estimación, le han convertido en el hazmerreír de los data scientists (que han llegado a acuñar el concepto de Desecho Big Data) pero también en un aleccionador ejemplo de los peligros del Big Data: basar la toma de decisiones únicamente en el análisis de datos digitales puede llevar a visiones muy sesgadas del mundo real. Por suerte, todavía no vivimos en Matrix.

 

Escapar de este escenario no parece demasiado sencillo (y si no que se lo pregunten a la mujer que intentó que ni Google ni Facebook se enteraran de que estaba embarazada y acabó denunciada ante las autoridades por “comportamiento sospechoso). Las personas nos estamos convirtiendo en datos que, nos guste o no, se compran, se venden y se procesan para el beneficio de terceros.  La consciencia y la información son las únicas armas con la que, de momento, los ciudadanos pueden evitar convertirse en productos sin ni siquiera saberlo, así que… fight for your rights!

 

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Rafa Giménez

Después de probar con el macramé, el ping pong y la lectura de textos sufistas, hace ya muchos años que Rafa Giménez encontró en los ordenadores y las maquinitas de todo pelaje ese círculo de amigos que el mundo parecía negarle. La no demasiado sana pasión por el software, los procesadores y las pantallas que ha desarrollado desde entonces seguramente no ha ayudado demasiado a su sociabilidad ni a su éxito con las mujeres, pero sí  le ha llevado a rincones de Internet donde se ven cosas que vosotros no creeríais. Habla bajito y vive feliz en su habitación con su soldador y su conejo robot, y afirma con seguridad que “All your base are belong to us”.

 

rafa@blisstopic.com